Desde Iberescena lamentamos profundamente el fallecimiento de Carlos Gorostiza, dramaturgo emblemático del teatro argentino, que indudablemente deja su huella en el Teatro San Martín y en todo el Complejo Teatral de Buenos Aires.
Nacido en Buenos Aires en 1920, Carlos Gorostiza fue autor de varias obras fundamentales del teatro argentino. En 1949, con sólo 29 años, conmovió a la escena porteña con El puente -estrenada en el Teatro La Máscara- que inauguró una nueva época del teatro independiente. Desde entonces no dejó de estrenar, y se convirtió, por peso propio, en un referente de la llamada Generación del ‘60, constituida por autores como Roberto Cossa, Ricardo Halac, Sergio De Cecco, Jacobo Langsner, Julio Mauricio, Rodolfo Walsh, Carlos Somigliana, Ricardo Talesnik y Oscar Viale. Fue un miembro clave de Teatro Abierto, el más recordado movimiento de resistencia cultural de la última dictadura militar. Y fue, también, el primer Secretario de Cultura de la Nación de la recuperada democracia, durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Entre sus principales obras teatrales figuran: El fabricante de piolín (1950), El caso del hombre de la valija negra (1951), Marta Ferrari, El juicio (1954), El reloj de Baltasar (1955), El pan de la locura (1958 presentada en el Teatro Regio en 2005 y repuesta en 2006 en el Teatro de la Ribera, dirigida por Luciano Suardi), Vivir aquí (1964), Los prójimos (1966), ¿A qué jugamos? (1968), El lugar (1970), Los cinco sentidos capitales (1973), Juana y Pedro (1975), Los hermanos queridos (1978), El acompañamiento (Teatro Abierto, 1981, y presentada en el Teatro de la Ribera en 2008), Matar el tiempo, Hay que apagar el fuego (1982), Papi (1983), El frac rojo (1988), Aeroplanos (1990), El patio de atrás (1994), Los otros papeles (1996), Abue. Doble historia de amor (1999) y Toque de queda (que estrenó y dirigió en 2003 en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín). Entre sus últimas piezas figuran Vuelo a Capistrano, dirigida por Agustín Alezzo, El aire del río, dirigida por Manuel Iedvabni (Sala Casacuberta), y Distracciones, dirigida por Mariana Giovine. Trabajó también como director; en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín dirigió El discípulo del diablo de George Bernard Shaw. Fue, además, autor de novelas, entre ellas, Los cuartos oscuros (Premio Municipal 1977), Cuerpos presentes (1981), El basural (1985), Vuelan las palomas (Premio Planeta 1999) y La buena gente (2001).